martes, 27 de agosto de 2013

Invierno...


El invierno había invadido Lima, aquel sol que iluminaba las calles de la capital, nos había abandonado, y en reemplazo la neblina nos cubrió con su manta friolenta. La venta de cigarrillos aumento y los ciudadanos empezaron a sacar sus abrigos.

 A Nivardo le encantaba el invierno, salía temprano a fumar un cigarrillo al paradero mientras que todos los señores salían apurados a su centro de trabajo, él se reía y rogaba por no seguir esa rutina. Esperaba a su hermosa enamorada, que vivía al lado de su casa, cuando escuchaba aquel silbido, agarraba su mochila y con su novela en mano la esperaba en el paradero de autobús. Ella bajaba, hermosa como siempre, con la delicadeza de toda mujer, y su mirada ser perdía en la suya. Cuando por fin la tenía al frente, sus labios se saludaban y sus manos se encontraban, dejando que todo se cayera, ellos empezaron a volar.

 Oh, el amor. Un sentimiento que Nivardo y Maritza sentía mutuamente, quizás era un sueño que no querían despertar. Él empezó a pasar su mano entre su cintura y ella besaba su cuello lentamente, ambos estaban echado en una nube, en el cielo, el único lugar donde nadie le molestaría. Las manos de Nivardo empezaron a pasar por sus piernas, Maritza empezó a besar sus hombros. Él siempre la miraba directamente a los ojos, y ella empezó a desnudarse, sus labios se perdieron en sus cuerpos. La pasión se encendió y no dejaban de acariciarse, el jadeo aumento.

1 comentario: